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Regulan el caudal del fluido de forma automática,
con objeto de mantener constantes algunas características
que, en determinados puntos de la red, pueden variar , tales como:
presión, temperatura, concentración, nivel, etc.
Las más empleadas son las de accionamiento neumático.
Estas válvulas cierran o abren,
parcial a totalmente, según las indicaciones de un instrumento
medidor de la característica en cuestión. También
existen válvulas de control de accionamiento manual, aparte
de que muchas de estas válvulas disponen de un volante
para accionamiento en caso de avería del sistema automático.
Es frecuente que el paso de estas válvulas
sea inferior (un 75% aproximadamente) al diámetro de la
tubería en la que están instaladas. Generalmente
son válvulas de doble asiento, al objeto de equilibrar
las reacciones de la corriente de fluido y disminuir el esfuerzo
necesario para mover el obturador.
Composición
y funcionamiento:
Estas válvulas se componen del conjunto
servomotor y actuador y de la válvula propiamente dicha,
que puede ser de simple asiento, doble asiento (2 o 3 vías),
de membrana, de mariposa, etc. (aunque por estar limitada la carrera
del vástago, no son adaptables las válvulas de compuerta,
que precisan grandes cursos para su apertura y cierre).
Para el accionamiento de estas válvulas se precisa poseer
una fuente auxiliar de aire comprimido; pueden ser dirigidas desde
cualquier distancia y actuadas por distintos instrumentos: termostatos,
presostatos, termómetros, manómetros, reguladores
de nivel, interruptores, etc.
Los elementos de
control actúan directamente sobre una válvula electromagnética
que permite la entrada del aire comprimido a la cubierta de la
membrana de accionamiento de la válvula de control.
El aire a presión
entra por la parte superior de la cubierta , e incide sobre la
cara superior de la membrana . Con el incremento de la presión
del aire desciende el vástago accionador , mientras que
si se corta la presión, el vástago asciende a su
posición más elevada. Existen actuadores que operan
al revés, al incidir el aire comprimido sobre la cara inferior
de la membrana.
Partes principales:
1. Cubierta.
2. Membrana.
3. Placa de membrana.
4. Muelle del actuador.
5. Vástago accionador.
6. Asiento del muelle.
7. Tornillo regulador.
8. Conector de vástagos.
9. Tirante.
10. Placa índice.
11. Escala indicadora.
La cubierta (1)
es de acero fundido, interior y exteriormente galvanizado y adecuadamente
pintada.
La membrana (2) es de goma sintética; muy empleado es el
Buna N (material resistente a los disolventes y a muchos productos
químicos y muy flexible) con inserción de tejido
de nylon. Se diseña adecuadamente para mantener el área
efectiva de la membrana lo más constante posible y con
el objeto de conseguir una relación lineal entre la presión
de accionamiento y el curso del vástago.
La presión proveniente del aparato de control que acciona
la membrana, debe variar entre límites bien definidos.
Las presiones normalmente usadas oscilan entre 0,21 y 1,05 kp/cm2.
La carrera total debe ser muy precisa y correspondiente con la
forma del obturador.
La placa de membrana (3), de acero de alta resistencia, se ajusta
a la membrana, guía el vástago accionador (5) y
le transmite los desplazamientos de la membrana.
El muelle (4) es de acero al silicio y manganeso. Admite una gama
normal de tensado entre 0,2 y 2 kp/cm2 (tensión máxima
= cinco veces la mínima). Debe construirse y verificarse
cuidadosamente, puesto que no existe ningún órgano
regulador que permita variar su influencia en el funcionamiento.
El regulador de la tensión (inicial) del muelle es un tornillo
(7) de cabeza hexagonal, fácilmente accesible y ajustable
con llaves normales.
El conector de vástagos (8) es una tuerca partida que acopla
el vástago accionador con el vástago de la válvula.
Una escala indicadora del curso (11) sobre la que se desplaza
la placa índice (10), permite apreciar la posición
del obturador de la válvula.
El tirante (9) da rigidez y protección al conjunto del
accionador. Es además la pieza de unión al cuerno
de la válvula.
La figura siguiente representa la propia válvula, de doble
asiento.
La naturaleza del fluido y las condiciones de trabajo e instalación
son los factores que definen la calidad del material del cuerpo
y los espesores a adoptar. Este material debe ser muy resistente
y adecuado para soportar las condiciones de presión, temperatura,
corrosión y erosión. Gran parte de los cuerpos están
constituidos por aceros al carbono o por fundiciones de alta resistencia.
El empleo de la fundición está limitado por la presión
nominal PN 16. Se excluye su uso con fluidos inflamables, o con
líquidos sometidos a golpes de ariete. El acero al carbono,
moldeado o forjado, se emplea para todas las presiones, con temperaturas
hasta 400ºC. Para temperaturas superiores a la anterior deben
utilizarse aceros al Cr-Mo.
Cuando el fluido es corrosivo, deben aplicarse aceros inoxidables
al Cr y Cr-Ni. También pueden usarse ventajosamente el
bronce y otras aleaciones similares. En caso de duda, es conveniente
pedir consejo al constructor de la válvula.
El obturador, los anillos de asiento y las guías, deben
estar construidos en acero inoxidable lo que repercute en una
duración superior de la válvula.
En caso de líquidos
que contengan partículas sólidas o en caso de vapor
recalentado y ,de modo general, cuando las presiones diferenciales
son muy importantes, es conveniente aplicar
Mediante soldadura, un recubrimiento de aleación muy dura:
“Stellite", 'Colmonoy”, o “Hastelloy",
sobre el obturador y sus asientos.
Estas aleaciones son muy resistentes a la corrosión y a
la erosión y son inalterables a altas temperaturas. Los
anillos del asiento están roscados al cuerpo, para poder
cambiarlos fácilmente. Se fijan con resinas adecuadas resistentes
a la acción del fluido.
Mención
especial merece el prensaestopas de una válvula de regulación.
La guarnición del prensaestopas se hace de cordón
de amianto en fibra, trenzado e impregnado de grasas lubrificantes
no solubles en el fluido y resistentes a su temperatura. Si el
husillo de la válvula no se lubrifica con una cierta frecuencia,
puede agarrotarse al cabo de cierto tiempo de funcionamiento.
Recientemente se ha difundido el empleo de grasas de silicona,
químicamente inertes, cuyas propiedades viscosas no son
alteradas por las temperaturas altas o bajas.
La adopción de aceros inoxidables de alto contenido en
Cr en la construcción de los husillos ha hecho necesario
el empleo de anillos de empaquetadura no grafitada. El grafito
provoca una rápida corrosión de naturaleza electrolítica.
Relativamente reciente es el empleo de guarniciones confeccionadas
con resina de politetrafluoretileno. Este tipo de guarniciones
dan un ínfimo rozamiento al movimiento del husillo sin
que sea necesario el empleo de lubricantes, son inertes a todos
los agentes químicos y resisten temperaturas que van de
–100º a 260ºC.
Donde es necesario
evitar en absoluto la posibilidad de pérdi¬das, por
ejemplo de freón en cámaras frigoríficas,
o bien evitar infiltraciones de aire en caso de vacío,
se sustituye la estopa por un elemento metálico flexible,
o fuelle, que puede dilatarse durante toda la carrera del husillo.
El empleo de un fuelle reduce la posibilidad de perdidas, pero
la acumulación en él de residuos o la solidificación
del fluido, pueden comprometer el funcionamiento de la válvula.
La figura de la izquierda representa el conjunto de cuerpo y actuador
montados de doble asiento ,mientras que la figura de la derecha
representa una válvula de simple asiento.
Las válvulas
de control de diafragma neumático constituyen el medio
más corriente de obtener un mando automático en
instalaciones industriales.
En el conducto de aire comprimido se suele disponer una válvula
reductora de presión, con el fin de evitar un exceso de
presión sobre la membrana; aquella debe ser la suficiente
para superar la ten¬sión ejercida por el muelle y la
resistencia pasiva creada en el prensaestopas.
Además de la forma de trabajo, hay cuatro factores que
determinan las características de una válvula de
control: la seguridad de la instalación, las solicitaciones
estáticas y dinámicas que actúan sobre la
válvula, la naturaleza del fluido que la atraviesa y el
tipo de regulación que se debe efectuar.
Es prácticamente imposible conseguir la válvula
ideal para cada caso concreto, puesto que el número de
combinaciones posibles de materiales y formas es tan grande, que
si se adaptan a una rígida imposición de requisitos,
resultarían una construcción y un mantenimiento
antieconómicos. Por ello hay que aunar las razones económicas
con las exigencias técnicas y adoptar un suficiente pero
limitado número de tipos normales.
La seguridad de la instalación y del proceso son los factores
que imponen una primera clasificación de tipos de válvulas:
en caso de fallo del suministro de aire al diafragma, es conveniente
a veces que quede interrumpido el flujo regulado; otras veces,
al contrario, será preferible que la válvula quede
completamente abierta.
Se exige así, en el primer caso, una válvula que
abra con aire (de acción inversa) y cierre automáticamente
si se corta la presión.
En el segundo caso,
más corriente, la presión de aire cierra la válvula
(de acción directa) y ésta queda abierta sí
falta totalmente la presión .
Existen, pues, válvulas de acción inversa y de acción
directa específicas y válvulas que, mediante el
cambio de posición de algunos órganos, pueden trabajar
de una u otra forma.
La diferencia de presiones existente en el fluido antes y después
de la válvula (presión diferencial), es el factor
que determina la segunda clasificación.
Cuando la válvula está completamente cerrada, la
presión diferencial es máxima; ésta decrece
rápidamente al abrir la válvula, alcanzando un mínimo
con la apertura completa.
Una válvula de diafragma, para poder regular correctamente,
debe trabajar entre límites definidos de presiones diferenciales.
Por ejemplo, en una válvula de asiento simple, mientras
la presión neumática actúa sobre la membrana,
la presión diferencial lo hace sobre obturador; es evidente
que la fuerza ejercida por aquella debe ser muy superior a la
ejercida por ésta (10 veces mayor como minino), para evitar
desplazamientos anormales del obturador que se traducirían
en variaciones del flujo perjudiciales a la marcha del proceso
regulado.
El asiento simple es más adecuado para presiones diferenciales
bajas, puesto que si éstas fueran altas, requerirían
el empleo de diafragmas de grandes dimensiones.
En el último
caso, se adoptan generalmente válvulas de doble asiento
equilibrado, en las que se anula prácticamente la influencia
de la presión sobre el obturador, puesto que, mientras
en un asiento la presión diferencial actúa en un
sentido, en el otro asiento lo hace en sentido contrario.
En una válvula de doble asiento es, sin embargo, muy difícil
obtener un cierre hermético (es normal una pérdida
que no supera el del gasto máximo).
En casos muy particulares, puede obtenerse un cierre perfecto
a una temperatura determinada. Pero ,a causa de la distinta dilataciones
de los diferentes órganos que componen la válvula,
el cierre no puede ser mantenido cuando se somete la válvula
a temperaturas variables.
Si con altas presiones
diferenciales se requiere un perfecto cierre, cabe, o bien utilizar
una válvula de asiento sinp1e con un diafragma de grandes
dimensiones, o bien adoptar un dispositivo neumático llamado
posicionador.¬
El posicionador consiste esencialmente en un relé neumático
conectado entre el aparato regulador y el diafragma de la válvula
y provisto de alimentación de aire propia. Modifica la
presión procedente del aparato regulador y actúa
en el sentido de vencer cualquier resistencia que se oponga a
conseguir una justa abertura de la válvula.
El posicionador corrige automáticamente la influencia de
las presiones estática y dinámica sobre el obturador,
el roce en el husillo y la histéresis propia de la membrana;
con el se consigue una regulación fácil y precisa.
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