Se define como desprendimiento
a toda masa separada de un talud o ladera por una superficie de
corte generalmente pequeña y cuyo recorrido se realiza
principalmente a través del aire. Los fragmentos originados
por los desprendimientos presentan recorridos de varios tipos,
pudiendo el material caer libremente, saltar, rodar, o cualquier
combinación de las anteriores. En cualquier caso los materiales
desprendidos se suelen depositar al pie del talud o a una cierta
distancia del mismo, función de la energía alcanzada
por los fragmentos en su movimiento.
Este tipo de inestabilidad afecta fundamentalmente
a macizos rocosos altamente fracturados y farallones rocosos.
Los bloques o fragmentos se producen en la
parte más alta de las laderas cuando éstas están
muy empinadas, separándose después de que se hayan
producido grietas de tracción subparalelas a la dirección
de las mismas. Estas grietas pueden ser producidas por la relajación
de esfuerzos y/o por desecación, aunque las debidas a esta
causa no suelen alcanzar mucha profundidad.
También suelen
tener lugar en zonas constituidas geológicamente por alternancias
de niveles sedimentarios duros y compactos con otros débiles
y sueltos. Es el caso de las alternancias de areniscas y margas
que se encuentran con relativa frecuencia en ciertas zonas de
España. En estos casos los mecanismos que conducen a la
inestabilidad consisten en un descalce de los niveles duros por
meteorización, erosión (eólica o fluvial)
o, en algunos casos, disolución de los nieles más
blandos. |