La primera planta eléctrica alimentada por el oleaje de
Europa funcionará en Santoña a mediados de 2005.
Una red de diez boyas distribuidas en 2.000 metros cuadrados proporcionará
toda la electricidad que consumen 1.500 hogares de la localidad
cántabra.
Se trata de un proyecto piloto impulsado por Iberdrola, que ha
firmado un acuerdo con la empresa estadounidense Ocean Power Technologies
(OPT). La firma, creadora de las ‘PowerBuoys’
o boyas eléctricas, está
construyendo otra planta con este sistema en una base de la Marina
estadounidense en la isla de Oahu, en Hawaii.
Aprovechar la energía
del mar es una vieja idea y existen varios métodos. Pero
el de OPT «tiene claras ventajas respecto a otros sistemas
basados en el aprovechamiento de la energía de las olas»,
explica Roberto Legaz, director de Desarrollo de Energías
Renovables de Iberdrola y responsable del proyecto de Santoña.
«La principal es que no tiene impacto visual alguno. Sobre
la superficie sólo se ven las balizas que señalan
la presencia de las boyas», explica Legaz.
El sistema se basa
en la conversión de la energía mecánica de
las olas en corriente eléctrica. Para ello se utilizan
las ‘PowerBuoy’, unas boyas ancladas al fondo marino.
La oscilación de las olas, que frente a Santoña
varía entre 1 y 5 metros, hace que las boyas se eleven
y desciendan sobre una estructura similar a un pistón,
en la que se instala una bomba hidráulica. El agua entra
y sale de la bomba con el movimiento, e impulsa un generador que
produce la electricidad. La corriente se transmite a tierra a
través de un cable submarino.
«Otra ventaja
es que no necesita motores lineales, sino que dispone de motores
trifásicos convencionales», detalla Legaz. «Además,
al estar sumergido es un sistema más seguro, que no corre
peligro; y tiene una mayor durabilidad».
La planta de Santoña se encontrará a una milla marina,
algo más de un kilómetro, del faro del Pescador.
Las diez boyas ocuparán un área de 100 por 20 metros
y estarán ancladas a un fondo situado a treinta metros.
La potencia inicial de cada unidad será de 125 kW, la misma
que producían los primeros generadores eólicos instalados
en España, que podrá aumentar a 250 kW.
Presupuesto millonario
El presupuesto
de partida del proyecto es de 2,66 millones de euros, y correrá
a cargo de la sociedad promotora formada por Iberdrola, que participa
con un 70%, OPT, el Instituto para la Diversificación y
el Ahorro de Energía (IDAE) y la Sociedad para el Desarrollo
de Cantabria (Sodercan).
Roberto Legaz señala
que el impacto ambiental es mínimo. «De hecho, bajo
la superficie se va a crear un microambiente vivo», subraya.
Las boyas actúan como una especie de arrecife artificial
y atraen a numerosas especies marinas. No afectan a la pesca y
no suponen un peligro para los bañistas, pues todos los
dispositivos que generan y transmiten la electricidad están
aislados para evitar pérdida de corriente.
Energía
inagotable y limpia
Utilizar el mar como fuente de energía no contaminante
no es una idea reciente. Los primeros sistemas empezaron a desarrollarse
a raíz de la crisis del petróleo, durante los años
70 del siglo pasado, patrocinados por gobiernos como los de Japón
y Reino Unido. Sin embargo, las limitaciones tecnológicas
y los costes congelaron este tipo de proyectos hasta los años
90.
Las mareas y las
olas son las dos principales fuentes de energía ofrecidas
por el mar. En la actualidad, existen una docena de métodos
que obtienen electricidad del movimiento del oleaje. Se dividen
en dos tipos, los que aprovechan el movimiento horizontal de las
ondas y los que, como en el caso del proyecto de la localidad
cántabra de Santoña, se basan en sus oscilaciones
verticales.
Turbinas
Los primeros funcionan sobre el mismo principio de las centrales
hidráulicas. Canalizan las olas mediante estructuras de
tuberías, que conducen el agua hasta un depósito
situado en tierra, desde el que se alimenta un sistema de turbinas
que genera la fuerza eléctrica.
Las centrales maremotrices
también funcionan como un embalse tradicional de río.
En este caso, el depósito se llena mientras sube la marea.
El agua marina se retiene mediante compuertas hasta la bajamar,
para ser liberada después a través de una red de
conductos estrechos, que aumentan la presión, hasta las
turbinas que generan la electricidad. La altura de este tipo de
instalaciones es menor que la de las presas de río, por
lo que se compensa con un mayor desarrollo en la anchura del dique
que permite un número mayor de generadores.
Por J. Arrieta MADRID/IDEAL
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