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Consiste en el cultivo de microorganismos
especializados en la producción de distintas sustancias.
Científicos
de la Universidad de Miami y la Universidad Técnica de
Berlín se han especializado en el aprovechamiento de las
bacterias púrpura, universalmente presentes en el agua
de los lagos.
Para vivir, estas bacterias utilizan agua como materia prima y
radiación solar como fuente de energía para romper
hidratos de carbono, tales como la glucosa, y aprovechar el hidrógeno
así liberado en la síntesis del amoniaco, componente
que a su vez necesitan para la sintetización de proteínas.
Tal reacción
bioquímica desprende grandes cantidades de hidrógeno,
siempre y cuando se niegue a la bacteria el nitrógeno que
necesita para fabricar amoniaco.
Esto conlleva un factor negativo, que junto con el hidrógeno
también se libera dióxido de carbono. La solución
son las algas de mar, que consumen enormes cantidades de dióxido
de carbono, y por otro lado producen azúcares que son la
materia prima que usan las bacterias en la fabricación
de hidrógeno.
Combinando ambos
procesos se podría construir un ciclo reactivo en el que
sólo surgieran hidrógeno y oxígeno.
La principal dificultad es la de selecionar las bacterias y algas
más apropiadas para esta simbiosis, pues en principio,
ambos organismos requieren entornos acuáticos diferentes.
Artículo extraido de Noticias de la Ciencia y la Tecnología. |