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El procedimiento más sencillo y, en consecuencia, el más
utilizado consiste en la colocación de condensadores que
aportan la energía reactiva que precisan los receptores de
la instalación; de este modo se consigue disminuir o incluso
anular –técnicamente, compensar– la energía
reactiva demandada de la red de alimentación y, por tanto,
mejorar el factor de potencia. En
la utilización de condensadores para compensar la energía
reactiva de una determinada instalación, participan tanto
los aspectos técnicos como los económicos, siendo
posibles distintas alternativas que, aun satisfaciendo el objetivo
inicial de mejora del factor de potencia, conducen a costos de
inversión muy diferentes. Los sistemas de instalación
de condensadores son:
Compensación
individual
Cada receptor está provisto de su propia batería
de condensadores, de manera que por las líneas y circuitos
de alimentación del receptor circula una intensidad menor,
reduciéndose también las pérdidas; los costos
de instalación y mantenimiento son normalmente los más
elevados.
Compensación
por grupo
Se instala una batería de condensadores por cada grupo
de receptores elegido de acuerdo con un criterio determinado (por
ejemplo, agrupación de receptores por líneas de
montaje); este sistema descarga las líneas de alimentación
a los grupos pero no los circuitos terminales hacia cada receptor,
aunque supone una solución más eficaz que la anterior,
fundamentalmente en grandes instalaciones.
Compensación
central
Unicamente existe una batería de condensadores en el inicio
de la instalación interior; proporciona el menor coste
de instalación y, si bien las líneas y circuitos
permanecen en las mismas condiciones de carga que antes de la
compensación, se emplea mayoritariamente en instalaciones
de mediana y pequeña dimensión, cuando el objetivo
prioritario es únicamente reducir los costes de explotación.
Desde el punto de
vista económico, la compensación de energía
reactiva debería establecerse en términos de coste
total mínimo, en cuyo cálculo se evalúa la
contribución de los siguientes factores:
- Costes de inversión,
es decir, coste de la batería de condensadores (o las distintas
baterías, en su caso) y de su sistema de regulación,
teniendo en cuenta que el precio aumenta con la potencia de la
batería; asimismo, se deben considerar los costes de instalación.
- Costes de explotación,
fundamentalmente coste de energía reactiva –y activa,
si se reducen las pérdidas por efecto Joule– y costes
de mantenimiento; en este capítulo se podría cuantificar
el mejor aprovechamiento de la instalación (centro de transformación,
líneas de alimentación, etc.) |