La
medición de magnitudes mecánicas, térmicas,
eléctricas y químicas se realiza empleando dispositivos
denominados sensores y transductores. El sensor es sensible a
los cambios de la magnitud a medir, como una temperatura, una
posición o una concentración química. El
transductor convierte estas mediciones en señales eléctricas,
que pueden alimentar a instrumentos de lectura, registro o control
de las magnitudes medidas. Los sensores y transductores pueden
funcionar en ubicaciones alejadas del observador, así como
en entornos inadecuados o impracticables para los seres humanos.
Algunos
dispositivos actúan de forma simultánea como sensor
y transductor. Un termopar consta de dos uniones de diferentes
metales que generan una pequeña tensión que depende
del diferencial término entre las uniones. El termistor
es un reóstato especial, cuya resistencia varía
según la temperatura. Un reóstato variable puede
convertir el movimiento mecánico en señal eléctrica.
Para medir distancias se emplean condensadores de diseño
especial, y para detectar la luz se utilizan fotocélulas
(véase Célula fotoeléctrica). Para medir
velocidades, aceleración o flujos de líquidos se
recurre a otro tipo de dispositivos. En la mayoría de los
casos, la señal eléctrica es débil y debe
ser amplificada por un circuito electrónico.
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