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LA
TÉCNICA DE LA GEODEPURACIÓN
Hace unos veinte
años, un científico norteamericano llamado Herman
Bouwer acuñó el término geodepuración
(geopurification) para referirse al conjunto de procesos mediante
los cuales las sustancias contaminantes presentes en el agua residual
urbana son eliminadas, inactivadas o inmovilizadas al ponerse
en íntimo contacto con un medio natural como es el suelo.
Ya desde el comienzo de la agricultura, el uso de aguas residuales
para el riego ha sido una eficaz forma de reciclado de nutrientes
y de reutilización del agua doméstica. Sin embargo,
la concentración de la población en las ciudades
ha traído consigo la acumulación de los vertidos
en unos pocos puntos y la dificultad de deshacerse de ellos de
forma eficaz y segura mediante los métodos tradicionales,
que no son capaces de admitir las elevadas cargas puntuales de
agua residual.
La idea de utilizar el suelo como medio purificador de las aguas
residuales procedentes de las ciudades data de la antigüedad
clásica. El historiador griego Herodoto (484-425 a. C.)
dejó escrito que en Babilonia el agua residual, en lugar
de evacuarla a un río, se canalizaba a un sumidero donde
decantaba y sedimentaba. Tras esta fase inicial de depuración,
el agua, una vez liberada de las partículas más
groseras, se filtraba en formaciones permeables.
Esta forma natural de resolver los problemas higiénicos
de las ciudades se transmitió al pueblo heleno, que implantó
y utilizó un sistema similar como vía de eliminación
de las aguas domésticas de la ciudad de Atenas. La colonización
romana, que trajo consigo la construcción
de cloacas y el desagüe de aguas negras a los ríos,
acabó con un procedimiento capaz de depurar y reintegrar
en la naturaleza aguas contaminadas, pero que seguramente comenzaba
a
ser insuficiente al ser las ciudades cada vez más grandes.
Más de dos mil años tuvieron que transcurrir para
que a finales del siglo XIX, concretamente en 1898, en Fresno
County, California, se retomara la idea de utilizar el suelo como
elemento capaz de depurar el agua residual. No obstante, las grandes
experiencias americanas se inician en la década de 1960.
De esa época datan los primeros estudios que evalúan
la viabilidad de construir una barrera de inyección con
agua residual altamente tratada en el acuífero de Magothy
(Long Island, New York), o el proyecto de Flushing Meadows (Phoenix,
Arizona) que es quizá, la experiencia más importante
realizada en los Estados Unidos para investigar la acción
depuradora del suelo.
En la actualidad, el país con el plan de aprovechamiento
de aguas residuales más ambicioso es Israel. Su programa
tecnológico más conocido es el denominado proyecto
de reutilización de
las aguas residuales de la región de Dan, que tiene como
finalidad el tratamiento de las mismas, la recarga y el almacenamiento
del efluente tratado en un acuífero y su reutilización
posterior en las explotaciones agrícolas del Negev. Aunque
este proyecto es el más elogiado,
el éxito del plan se fundamenta en otra serie de proyectos,
tecnológicamente más sencillos,
que contemplan la depuración parcial en lagunas artificiales
y la inmediata utilización del efluente en regadío.
Europa no ha mostrado hasta la fecha un excesivo interés
por aplicar esta técnica natural de depuración.
Francia es la nación donde se han construido un mayor número
de instalaciones, aunque con la limitación de no realizar
la infiltración directamente sobre el terreno, sino sobre
filtros de arena. Además, casi todas las experiencias realizadas
en el mundo emplean agua residual con un alto grado de depuración
que consiste generalmente en un tratamiento secundario o terciario;
se persigue de esta forma más el efecto almacén
en el acuífero, que el
de depuración.
Un problema, una solución.
En nuestro país, las poblaciones pequeñas, de menos
de 20.000 o 25.000 habitantes, pero muy especialmente las que
cuentan sólo con algunos cientos o miles de habitantes,
se encuentran
ante el grave problema de la eliminación de sus efluentes
líquidos. Está por un lado la necesaria adaptación
a la Directiva Comunitaria 91/271, que obliga a cumplir un estricto
calendario según el cual en el año 2005 todas las
poblaciones mayores de 2.000 habitantes deberán dar a sus
aguas residuales al menos un tratamiento primario, cuando no secundario
si
se asientan sobre zonas clasificadas como sensibles. Por otro
lado en la Ley 7/1985 de 2 de
abril de Bases del Régimen Local se establece textualmente
que: “la depuración es un proceso técnico,
administrativo y económico que asumen como competencia
los ayuntamientos”. Esta situación deja a los pequeños
ayuntamientos ante la paradoja de estar obligados a depurar, pero
sin los medios económicos ni técnicos necesarios
para ello.
Por otro lado, la instalación de sistemas tradicionales
de depuración (lagunaje, fangos activos, lechos bacterianos)
es económicamente inabordable para pequeñas poblaciones,
y la tecnología blanda, fundamentalmente filtros verdes,
tiene unos requerimientos de espacio disponible que en la mayoría
de las ocasiones suponen un obstáculo insalvable. Además,
no hay que olvidar el inconveniente de la parada invernal en el
ciclo vegetativo de los chopos, que es el cultivo más extendido
en este tipo de instalaciones.
La solución para este difícil problema pasa por
encontrar un sistema de eliminación de aguas residuales
urbanas que garantice una depuración suficiente y cuyo
costo de instalación y mantenimiento sean abordables por
pequeños municipios de exiguo presupuesto, pues está
demostrado que el empleo en estos ambientes de tecnologías
de depuración de características sofisticadas, cuya
construcción exige grandes inversiones económicas,
conduce al abandono
de las instalaciones en el instante en el que se producen los
primeros problemas técnicos. Además, este tipo de
instalaciones consumen energía y productos químicos
que encarecen sensiblemente su mantenimiento.
Así pues, resulta evidente que los pequeños núcleos
de población precisan de una tecnología
de depuración de aguas residuales sostenible y que, en
la medida de lo posible, haga uso de
la capacidad de depuración del medio natural. El suelo
tiene unos límites ecológicos suficientemente amplios
para depurar los residuos generados por una población dispersa
o concentrada en pequeñas localidades, siempre que los
vertidos generados sean totalmente biodegradables y la relación
habitante equivalente/superficie de filtro sea la adecuada. Esto
limita en España la aplicación de la técnica
a poblaciones de hasta unos cuatro o cinco mil habitantes. Sin
embargo, el problema se agrava cuando se tienen en consideración
las limitaciones impuestas por el propio medio receptor, cuya
permeabilidad debe ser mayor de
25 mm/hora, el contenido en arcillas inferior al 10% y la distancia
al nivel freático superior a
3 metros (condiciones límite según la Agencia de
Protección del Medio Ambiente de EEUU).
El modelo experimental a escala real de Dehesas de Guadix.
El desarrollo de estas ideas, su validación en condiciones
reales, pero sobre todo la necesidad de estudiar el comportamiento
y las limitaciones de los sistemas de depuración mediante
infiltración directa sobre el terreno en condiciones límite,
ha llevado a la construcción y equipamiento de un modelo
experimental a escala real en el cual se puedan hacer los ensayos
necesarios.
El Instituto Tecnológico Geominero de España, como
organismo investigador de la dinámica del agua y de los
contaminantes en el subsuelo, viene desarrollando desde 1990 una
línea de trabajo encaminada a evaluar las posibilidades
de aplicar la tecnología de tratamiento suelo- acuífero
como elemento depurador de las aguas residuales, así como
de almacenamiento del efluente tratado. Por ello se planteó,
a través de un proyecto CICYT (proyecto HID96-1326, titulado:
“Recarga artificial de acuíferos: evaluación,
análisis y seguimiento de condicionantes técnicos
y económicos”), el diseño de una planta piloto,
plenamente operativa, de infiltración directa sobre el
terreno de aguas residuales urbanas de forma controlada. El objetivo
principal de la instalación lo ha constituido el análisis
de su impacto real sobre el sistema agua/suelo y la evaluación
de su viabilidad a largo plazo. La atención se ha centrado
en formaciones que “a priori”
serían descartadas por situarse sobre materiales inadecuados
por su baja permeabilidad, según el criterio de la Agencia
de Protección del Medio Ambiente de Estado Unidos, (EPA).
El modelo experimental
se ha construido en la población de Dehesas de Guadix (provincia
de Granada), que cuenta con 699 habitantes, dispone de una red
de saneamiento unitaria muy reciente, sin pérdidas apreciables,
y en la cual se generan diariamente unos 80 m3 de agua residual
sin componente industrial. La población se sitúa
sobre el acuífero aluvial del río Guadahortuna,
constituido fundamentalmente por sedimentos detríticos
del Holoceno; el impermeable de base lo constituyen margas del
Tortoniense (Mioceno superior).
Dispositivo de infiltración de agua residual y de control
del agua y el suelo
El diseño del dispositivo de infiltración se ha
realizado en base a las recomendaciones del “Process design
manual for land treatment of municipal wastewater. Supplement
on rapid infiltration and overland flow” publicado por la
EPA. La depuración del efluente se confía a
los procesos bióticos y abióticos que se producen
en la zona no saturada del acuífero, principalmente en
el suelo. Los parámetros básicos de diseño
son la tasa de infiltración y la
carga hidráulica del agua residual. La práctica
operativa consiste simplemente en alternar ciclos de humectación-desecado
en las balsas para favorecer de esta manera la completa mineralización
de la materia orgánica.
El número de ciclos de humectación desecado y su
periodicidad se ha calculado considerando que el sistema funciona
a flujo contínuo y teniendo en cuenta que el agua residual
ha sido sometida a un pretratamiento. En total se han considerado
17 variantes de diseño. Finalmente
se han construido dos balsas gemelas de 1.225 m2 (divididas a
su vez en dos semibalsas). Los ciclos de humectación-secado,
dada la baja tasa de vertido fueron en una primera etapa de 10
días / 10 días, y el tiempo de permanencia en las
balsas de decantación y almacén ha sido de
18 horas en cada una de ellas.
El dispositivo de infiltración funciona de la siguiente
manera: el agua residual se conduce por medio de un colector a
la estación de pretratamiento donde se somete a un desbaste,
desarenado y desengrasado. De esta estación se hace llegar
a una balsa almacén en la que permanece 18 horas; después
se hace pasar a la balsa de decantación y tras 18 horas
de reposo
se vierte directamente en la balsa de infiltración. El
tiempo de vaciado de la balsa es de unas 3 horas. Se vierten aproximadamente
53 m3 por descarga El mantenimiento de las instalaciones consiste
en la retirada periódica del material sedimentado en las
balsas de decantación, aproximadamente cada tres meses.
Además es necesario evitar el crecimiento de vegetación
en las balsas de infiltración, eliminando las plantas que
van creciendo. Una vez al año se debe limpiar con agua
a presión el sistema de conducciones y válvulas.
El dispositivo de vigilancia y control del agua subterránea
y del suelo es complejo, el agua subterránea se muestrea
a través de cinco sondeos piezométricos de entre
52 y 55 metros, totalmente penetrantes y ranurados de arriba a
abajo, y dos pozos de gran diámetro situados
en el aluvial del río Guadahortuna (uno de abastecimiento
y el otro de riego). Para muestrear
la solución del suelo ha sido necesario construir un sistema
que permitiese el muestreo selectivo en profundidad, que no alterase
las características del lecho filtrante y que fuese adecuado
para el seguimiento de los microorganismos. Tras un exhaustivo
análisis de las posibilidades existentes se concluyó
que el mejor sistema era el de pozos con drenes horizontales.
Se construyeron dos pozos de gran diámetro en el centro
de las balsas de infiltración de 1,5 metros de diámetro
y 3 metros de profundidad con seis taladros horizontales dispuestos
en estrella y separados verticalmente 50 cm. Por último,
el muestreo
del lecho filtrante se lleva a cabo mediante la apertura manual
de catas cada tres meses y el
agua residual se controla tanto en el punto de toma de la red
de saneamiento como en las diferentes balsas.
Resultados obtenidos y perspectivas de futuro
Tras casi un año de funcionamiento ininterrumpido del sistema
de depuración los resultados
son muy esperanzadores. A pesar de la naturaleza desfavorable
del terreno las tasas de depuración son muy elevadas: mayores
del 70% para los indicadores principales (nitrógeno, materia
orgánica y fósforo) y del 95% para los indicadores
bacterianos. Además, no se ha observado un efecto perjudicial
de la colmatación del lecho filtrante, por ello se ha elevado
el volumen de agua vertido, aumentando la capacidad de las balsas
almacén y de decantación de forma que en la actualidad
se está vertiendo todo el agua residual generada en la
población
(algo menos de 80 m3 / día ).
Otra modificación que se ha introducido se refiere a los
ciclos de humectación-desecado que han pasado a ser de
7 y 21 días respectivamente, lo cual se espera favorezca
los procesos de mineralización de la materia orgánica
y de oxidación del nitrógeno. Por último,
el sistema de control del suelo y del agua se ha completado mediante
la instalación de cápsulas de succión
de cerámica porosa y tensiómetros que permitirán
estudiar detalladamente la dinámica del proceso de humectación-desecado.
En dos años, aproximadamente, se dispondrá de un
modelo de simulación del sistema que permitirá no
sólo conocer su funcionamiento en operación sino
también en la fase de abandono. Si los resultados son los
esperados, la geodepuración puede ser la solución
a la eliminación de las aguas residuales de numerosas poblaciones
de nuestro país, aun cuando se encuentren situadas sobre
materiales considerados hasta ahora como no adecuados.
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