El
xilófono, del griego "xulon" (madera), surge
en la segunda mitad del S.XIX, y su probable origen se remite
al sudeste asiático, de donde se conservan representaciones
del S.XIV donde aparece un primitivo xilófono. Parece que
hacia el S.XV apareció en Europa con el nombre de salterio
de madera o xilórgano.
El xilófono es el instrumento de láminas más
antiguo dentro de la orquesta sinfónica. Consta de una
serie de láminas de madera de tamaño progresivo
afinadas cromáticamente. Dichas láminas se disponen
en dos hileras paralelas en posición horizontal, y suelen
estar construidas de palo rosa o palo santo, aunque recientemente
se elaboran a base de cierta fibra sintética.
Las baquetas de madera son las más indicadas para percutir
el xilófono, sobre todo en su registro más agudo.
La gran parte de xilófonos que se construyen hoy en día
suelen colocar la hilera superior de láminas un poco más
alta que la inferior.
El recurso más utilizado para el xilófono es el
trémolo, que se obtiene percutiendo alternativamente con
ambas baquetas sobre una misma lámina. El xilófono
requiere un gran virtuosismo por parte del percusionista. Su técnica
actual es muy compleja y precisa de un gran especialista. Su papel
en la actual orquesta no es el de ofrecer un toque exótico
a la obra, sino que es un timbre independiente y muy importante
dentro del desarrollo orquestal.
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